Un sueño cumplido

                Habían pasado ya varios años desde mi graduación en España y Reino Unido y, por mi interés en la cultura japonesa, pensé en la posibilidad de estudiar en Japón. En aquel entonces era un sueño para mi. Mientras estudiaba japonés, buscaba un modo de poder aprender pintura en Japón. Así fue que en el año 2001 volví a otra facultad de Bellas Artes, gracias a una beca del gobierno japonés. Mi departamento de pintura formaba parte de una universidad, ubicada en Naha, Okinawa, dedicada a las artes escénicas, la música, la pintura, la escultura, el diseño, la danza y la música entre otras disciplinas.          

Mi espacio en Okinawa Kenritsu Geijutsu Daigaku.
Mi espacio en Okinawa Kenritsu Geijutsu Daigaku.

                  Allí disponía de un pequeño estudio donde desarrollar mis trabajos. Los estudiantes compartiamos grandes aulas de techos altos, con mucha luz. El suelo era de parquet y se agradecía, porque pasabamos gran parte del día de rodillas o sentados para poder pintar y dibujar. Era un concepto diferente de ejecución de una obra enraizado en la tradición japonesa.

Con los profesores y compañeros de la especialidad de pintura en Okinawa Geijutsu Daigaku, la Universidad de Bellas Artes de Okinawa, 2004.
Con los profesores y compañeros de la especialidad de pintura en Okinawa Geijutsu Daigaku, la Universidad de Bellas Artes de Okinawa, 2004.

          En general el contacto con los profesores era contínuo. Incluso, podíamos ir a sus oficinas donde tenían su propio estudio y nos mostraban sus trabajos. También solían visitarnos profesores de otras facultades y teníamos tutorías con ellos. Estas casi llegaban a ser examenes que nos ayudaban a completar las obras. En alguna ocasión el profesor visitante proponía un ejercicio y luego se ponía en común la evaluación para aprender con sus críticas constructivas.                 

           He de reconocer que me costó acostumbrarme al nivel de exigencia japonés que casi obligaba a continuar en la facultad en verano, pero me sentí satisfecha de poder responder con ilusión y entrega a mis estudios. Recordé mucho Quicksilver place, en Londres; distinta arquitectura, distinta cultura, distintos horarios, pero un mismo objetivo: poder llegar a transmitirnos no solo conocimientos sobre técnicas sino sobre el hecho creativo y su proyección en el desarrollo de una obra, es decir formarnos como artistas.

Con compañeras de la especialidad.
Con compañeras de la especialidad.

           Me siento muy agradecida por el trato recibido en esta universidad japonesa, tanto de los alumnos como de los profesores que tuvieron la paciencia de enseñarme. Además, era interesante y reconfortante visitar, en algún descanso, a los estudiantes de otras aulas. Estabamos divididos según cursos y especialidades; unos estudiabamos pintura japonesa y otros al óleo u otras técnicas. Pero, eso no impedía que hubiera comunicación entre nosotros.  De hecho, yo paseaba de vez en cuando por otros estudios y observaba el trabajo de los compañeros, aunque no tenía mucho tiempo porque la dedicación a mi pintura debía ser muy exigente.

© Imágenes Isabel Jiménez

Degree show, Naha 2004.
Degree show, Naha 2004.

          Recuerdo que la preparación de la exposición final fue todo un acontecimiento. Las paredes de las aulas se pintaron, se hizo espacio para las obras, se diseñó la publicidad y el catálogo. Todo ello con el ritmo entusiasta de los japoneses, ni un minuto había que perder. Y es que era nuestro examen final de graduación.

          Ahora pienso que era un tiempo precioso, un privilegio de la vida pues cursé el master cuando ya había leído mi tesis doctoral, en Valencia,  y hacía más de diez años que había finalizado mis estudios en Middlesex. La mentalidad logicamente tenía que cambiarla y adaptarla al estilo de vida japonés.

              

                    

En Geidai, con compañeras de clase, en 2002.
En Geidai, con compañeras de clase, en 2002.

           Tanto en Londres como en Japón esta adaptación y fusión con culturas diferentes han sido retos muy influyentes en mi vida. Anteriormente ya tuve oportunidad de experimientar este desafío en Estados Unidos, durante un curso de acuarela en Evanston Art Center, cerca de Chicago. También guardo un grato recuerdo de aquel aprendizaje, y no por ser una estancia más corta, de tres meses, dejó de tener impacto en mi. Posteriormente, estudiar arte y pintura en el Reino Unido fue determinante para formarme y entender el sentido del arte. Siempre llevo conmigo mi experiencia en Londres. He tenido, ciertamente, grandes oportunidades de estudiar en épocas en las que aún viajar para quedarse, aprender en otro idioma y graduarse u obtener certificados no era tan usual como ahora. Noto así el paso del tiempo y valoro con mayor visión global mis esfuerzos.

Institute of international education, Londres. Junto a profesores y compañeras.
Institute of international education, Londres. Junto a profesores y compañeras.

Imágenes y texto: © Isabel Jiménez. Consulte, por favor, en caso de querer hacer uso de fotografías o citar parte del artículo.